Prueba de fuego en plaza muy complicada. Contra las cuerdas, el Celta
respondió. Sacudiéndose de los complejos de inferioridad con los que
había afrontado demasiados partidos fuera de Balaídos, Herrera y los
suyos plantearon un digno encuentro que acabó con un empate merecido.
Recuperó sensaciones un cuadro olívico que tuvo la novedad de Insa en el
once titular. El valenciano, que con la llegada de Pranjic puede perder
el poco protagonismo que tiene, aportó más solidez a una rocosa defensa
que tan sólo fue agujereada en una ocasión. El problema es que en esta
categoría no se perdona. Una oportunidad concedida es casi sinónimo de
gol. Ése, el de no perdonar, es un aspecto en el que el Celta todavía
tiene que trabajar. Hace falta pólvora arriba. Quedan once días de
mercado por delante.
Ni Bermejo ni Park. Fue Natxo Insa la novedad en el equipo de inicio. Con Javi Varas perpetrado en la portería, el Celta salió con una línea de cuatro defensiva. La esperada -y casi la única posible-. Jonny por la derecha, Lago por la izquierda, con Demidov y Cabral como centrales. Por delante de ellos, el trivote con Insa, Oubiña y Álex más adelantado. Este esquema permitió a Krohn-Dehli y a Augusto estirarse por las bandas. El argentino lo agradeció. En punta, como siempre, Iago Aspas. El moañés volvió a ser de lo más destacado en los vigueses. Cada vez que toca el balón, a la defensa rival le entran los temblores. Es sinónimo de peligro, de amenaza. Único en su especie. De sus botas nació la primera ocasión clara del partido. A los ocho minutos, el moañés rompió a Toulalan y puso un peligroso balón desde la derecha al que no llegaron ni Krohn-Dehli ni Augusto. Álex López, minutos antes, había probado ya a Willy Caballero, que tuvo una actuación notable.
Al Málaga le faltaba fluidez y ritmo. Quizá pesaba demasiado el partido de Copa ante el Barcelona. Isco, que habitúa ser genial con el balón en los pies, no estuvo fino. No aprovechó el Celta esta situación, mostrando siempre buenas intenciones pero evidenciando a su vez ciertas carencias cuando el balón estaba en tres cuartos de campo. Aspas necesitaba a algún socio más cerca de él. Siempre estaba demasiado lejos del balón y, cuando éste llegaba a sus botas, las opciones ofensivas ya eran casi nulas. Pasada la media hora, el moañés -quién si no- se aprovechó de un despiste de la defensa local para plantarse solo delante de Caballero. Demasiado escorado, su lanzamiento fue flojo y fácil para el portero argentino.
Así, en esta tesitura, el Málaga demostró a los de Herrera -por enésima vez- que esto va de marcar goles. Todo empezó con un majestuoso control de Bounanotte, que se la dejó a Joaquín dentro del área. El veterano atacante procuró el disparo, al igual que Santa Cruz, pero ambos se toparon con la defensa céltica. Los rechazos, sin embargo, facilitaron la tarea a los malacitanos. Con Javi Varas vendido dentro de la portería, el balón llegó a Demichelis que remató sobre la línea de cal. Injusto o no, era el 1-0. Las protestas varias pidiendo mano derivaron en dos cartulinas amarillas, para Varas y Krohn-Dehli.
La dinámica no varió en la segunda parte. El Celta adelantó algo las líneas, encabezado por un Álex más activo. El ferrolano tuvo la primera, con un potente lanzamiento desde la frontal que se fue por encima del larguero. Krohn-Dehli también lo intentó con un derechazo, que se fue demasiado desviado de la portería de Willy Caballero. Los olívicos ponían cerco tímidamente sobre área rival, aunque nunca de forma clara. Mientras, el Málaga aguantaba sin mayores complicaciones, sabedor de que en cualquier contragolpe podría encontrar la sentencia.
Pero el Celta seguía insistiendo. Augusto, que llevaba más de un partido a un nivel bastante precario, se erigió en salvador. Primero lo intentó con un remate forzado de cabeza, que se fue por arriba. Minutos más tarde encontraría la suerte. La jugada la inició Krohn-Dehli. Se la puso en profundidad a Álex López, pero estuvo más rápido Welligton. Sin embargo, el manso rechazo de éste lo cazó Augusto, poniéndola al palo largo, imposible para Caballero. Era el merecido empate.
Herrera, sorprendentemente, quería más. Dio entrada a Bermejo -antes lo había hecho De Lucas- y dispuso un 4-3-3 que no defraudó. Por primera vez en muchos partidos, el Celta quería ganar fuera de casa. Y pudo hacerlo. Gustavo Cabral tuvo una de las más claras. A la salida de un córner, y libre de marca, remató por arriba cuando lo más fácil era hacerlo por dentro de la portería. Seguro que a muchos les vino a la cabeza aquella ocasión marrada en el último minuto por el argentino en el encuentro inicial de Liga ante este Málaga.
Pero los de Pellegrini también tuvieron la suya. Duda, en el 88', puso un balón de lujo a los pies de Portillo. La Rosaleda, casi cantando gol, no contaba con Javi Varas. El de Pino Montano se sacó de la manga un genial pie que salvó el punto. Y eso que en la siguiente jugada, Quique de Lucas se plantó solo delante de Caballero tras confiarse demasiado Martín Demichelis. Incomprensiblemente, el catalán se lió y el guardameta argentino pudo sacarle el balón. Nueva demostración de que, a pesar de muchas veces pasen desapercibidos, los porteros también ganan puntos. Y de qué forma.
Aún habría tiempo para otro ataque vigués, que moriría de nuevo en las botas de de Lucas, demasiado lento en sus movimientos.
Punto de oro, tan necesario como merecido. El Celta era, de los equipos metidos en la pelea por no bajar, el que tenía el encuentro más complicado. Una vez amarrado este empate, toca poner la mente ya en el partido del sábado ante la Real Sociedad en Balaídos. Un Balaídos que, de aquí a final de temporada, debe convertirse en un fortín.
Ni Bermejo ni Park. Fue Natxo Insa la novedad en el equipo de inicio. Con Javi Varas perpetrado en la portería, el Celta salió con una línea de cuatro defensiva. La esperada -y casi la única posible-. Jonny por la derecha, Lago por la izquierda, con Demidov y Cabral como centrales. Por delante de ellos, el trivote con Insa, Oubiña y Álex más adelantado. Este esquema permitió a Krohn-Dehli y a Augusto estirarse por las bandas. El argentino lo agradeció. En punta, como siempre, Iago Aspas. El moañés volvió a ser de lo más destacado en los vigueses. Cada vez que toca el balón, a la defensa rival le entran los temblores. Es sinónimo de peligro, de amenaza. Único en su especie. De sus botas nació la primera ocasión clara del partido. A los ocho minutos, el moañés rompió a Toulalan y puso un peligroso balón desde la derecha al que no llegaron ni Krohn-Dehli ni Augusto. Álex López, minutos antes, había probado ya a Willy Caballero, que tuvo una actuación notable.
Al Málaga le faltaba fluidez y ritmo. Quizá pesaba demasiado el partido de Copa ante el Barcelona. Isco, que habitúa ser genial con el balón en los pies, no estuvo fino. No aprovechó el Celta esta situación, mostrando siempre buenas intenciones pero evidenciando a su vez ciertas carencias cuando el balón estaba en tres cuartos de campo. Aspas necesitaba a algún socio más cerca de él. Siempre estaba demasiado lejos del balón y, cuando éste llegaba a sus botas, las opciones ofensivas ya eran casi nulas. Pasada la media hora, el moañés -quién si no- se aprovechó de un despiste de la defensa local para plantarse solo delante de Caballero. Demasiado escorado, su lanzamiento fue flojo y fácil para el portero argentino.
Así, en esta tesitura, el Málaga demostró a los de Herrera -por enésima vez- que esto va de marcar goles. Todo empezó con un majestuoso control de Bounanotte, que se la dejó a Joaquín dentro del área. El veterano atacante procuró el disparo, al igual que Santa Cruz, pero ambos se toparon con la defensa céltica. Los rechazos, sin embargo, facilitaron la tarea a los malacitanos. Con Javi Varas vendido dentro de la portería, el balón llegó a Demichelis que remató sobre la línea de cal. Injusto o no, era el 1-0. Las protestas varias pidiendo mano derivaron en dos cartulinas amarillas, para Varas y Krohn-Dehli.
La dinámica no varió en la segunda parte. El Celta adelantó algo las líneas, encabezado por un Álex más activo. El ferrolano tuvo la primera, con un potente lanzamiento desde la frontal que se fue por encima del larguero. Krohn-Dehli también lo intentó con un derechazo, que se fue demasiado desviado de la portería de Willy Caballero. Los olívicos ponían cerco tímidamente sobre área rival, aunque nunca de forma clara. Mientras, el Málaga aguantaba sin mayores complicaciones, sabedor de que en cualquier contragolpe podría encontrar la sentencia.
Pero el Celta seguía insistiendo. Augusto, que llevaba más de un partido a un nivel bastante precario, se erigió en salvador. Primero lo intentó con un remate forzado de cabeza, que se fue por arriba. Minutos más tarde encontraría la suerte. La jugada la inició Krohn-Dehli. Se la puso en profundidad a Álex López, pero estuvo más rápido Welligton. Sin embargo, el manso rechazo de éste lo cazó Augusto, poniéndola al palo largo, imposible para Caballero. Era el merecido empate.
Herrera, sorprendentemente, quería más. Dio entrada a Bermejo -antes lo había hecho De Lucas- y dispuso un 4-3-3 que no defraudó. Por primera vez en muchos partidos, el Celta quería ganar fuera de casa. Y pudo hacerlo. Gustavo Cabral tuvo una de las más claras. A la salida de un córner, y libre de marca, remató por arriba cuando lo más fácil era hacerlo por dentro de la portería. Seguro que a muchos les vino a la cabeza aquella ocasión marrada en el último minuto por el argentino en el encuentro inicial de Liga ante este Málaga.
Pero los de Pellegrini también tuvieron la suya. Duda, en el 88', puso un balón de lujo a los pies de Portillo. La Rosaleda, casi cantando gol, no contaba con Javi Varas. El de Pino Montano se sacó de la manga un genial pie que salvó el punto. Y eso que en la siguiente jugada, Quique de Lucas se plantó solo delante de Caballero tras confiarse demasiado Martín Demichelis. Incomprensiblemente, el catalán se lió y el guardameta argentino pudo sacarle el balón. Nueva demostración de que, a pesar de muchas veces pasen desapercibidos, los porteros también ganan puntos. Y de qué forma.
Aún habría tiempo para otro ataque vigués, que moriría de nuevo en las botas de de Lucas, demasiado lento en sus movimientos.
Punto de oro, tan necesario como merecido. El Celta era, de los equipos metidos en la pelea por no bajar, el que tenía el encuentro más complicado. Una vez amarrado este empate, toca poner la mente ya en el partido del sábado ante la Real Sociedad en Balaídos. Un Balaídos que, de aquí a final de temporada, debe convertirse en un fortín.
0 comentarios:
Publicar un comentario