12 abr 2007

Los tres deseos


Augusto Fernández cumplió años justo en la semana del superclásico, pidió "jugar en La Boca", "que gane River" y "hacer un gol" para que la fiestita sea completa. También avisó: "El domingo nos jugamos todo".

El nene está grandecito. Con sus flamantes 21 abriles, ya no necesita permiso de Walter y Julia, sus papis, para nada. "Ahora me las tengo que arreglar solo", bromea Augusto Fernández en la intimidad de su hogar, acostumbrado a madurar de golpe luego de verse obligado a dejar su casa de Pergamino para mudarse a Núñez, en el 97.

"Fue muy duro irme tan chico. Extrañaba mucho cuando estaba en la pensión. Tanto, que en el 2002 me bajoneé y me volví. Jugué un año en Provincial hasta que me di cuenta de que lo único que quería era ponerme la camiseta de River", recuerda este fanático de Douglas Haig, el club más famoso de su ciudad.

Para un pibe con ese objetivo, los días que corren no son días comunes. Hace dos semanas, Passarella le volvió a dar una chance después de mucho tiempo. Y el Negro la aprovechó. Asomó un poquito por encima del bajo nivel general ante la Liga, Caracas y Belgrano, la noche que convirtió su primer gol oficial, justo cuando sus padres, sus hermanos y su novia estaban en la cancha. El abrazo emocionado con papá Walter en el anillo del Monumental, antes de volver a casa, fue el broche de un domingo que no olvidará.

Los festejos en familia siguieron el martes, día en que Augusto sopló las velitas. "Traje la carne desde Pergamino, pero la hicimos al horno porque se tiene que cuidar", lo mima Walter. Y ahora, cuando las horas previas al superclásico se consumen, uno de los primeros juveniles que el Kaiser hizo debutar en su vuelta se ilusiona con ser titular contra Boca por primera vez: "Sería un sueño. Me voy a matar toda la semana para tener un lugar en el equipo. Estar el domingo en la Bombonera es uno de los deseos que pedí en este cumpleaños".

¿Y si los completás, Augusto, qué pedirías? "Obviamente, ganar. Y lo máximo, encima, sería hacer un gol en La Boca. Ahí me vuelvo loco, no sé cómo lo festejaría", se entusiasma mientras sopla las velitas acompañado por Leandro y Valentín, su novia Belén, y sus primos Mariano y Andrea, todos los que viajaron especialmente para estar con él. "Y, hacía mucho que no pasaba un cumpleaños con ellos...", lo disfruta el volante.

—Para que la fiesta sea completa, faltaría un triunfo en el clásico...

—Y, sí. Es el único resultado que se me pasa por la cabeza. Los clásicos son partidos extras donde no vale la estadística, la tabla de posiciones ni nada.

—¿Podrán salir del pozo justo en la Bombonera?

—Es un momento complicado para nosotros y tenemos que estar muy unidos, porque es la única manera de salir. Nos vamos a romper el alma, como lo venimos haciendo en cada partido, y confío en que la racha negativa se va a cortar.

—Al menos para vos, en los últimos días las cosas cambiaron.

—Sí, porque tuve la oportunidad de jugar tres partidos seguidos. Pero no me siento el dueño del puesto ni el titular indiscutido. Tengo que entrenarme a muerte día a día para aprovechar cuando me den la chance. Por suerte, me siento bárbaro física y futbolísticamente. Y eso me ayuda.

—Van a tener que soportar los silbidos de la gente de Boca. ¿Pero será más fácil sin los insultos de los hinchas de River?

—Nosotros sabíamos que el domingo iba a pasar lo que pasó. Y fue entendible porque el hincha quiere que River gane, igual que nosotros, pero lamentablemente no se nos están dando los resultados. Ese día intentamos no desconcentrarnos, aunque fue difícil.

—Más presión antes de Boca, imposible.

—El domingo nos jugamos todo, igual que en las nueve fechas que vendrán después. Porque nuestro objetivo es ganar el Clausura.

—¿Si hay un penal, lo pateás como en la definición en Mendoza?

—(Se ríe). Primero vamos a ver si juego, no me quiero adelantar. Y después no creo que me toque porque no soy el encargado, aunque lo patearía con gusto. Aquel fue espectacular, mi primer gol a Boca por más que haya sido en una definición por penales.

—¿Estabas asustado antes de patearlo?

—No, tenía los nervios lógicos por estar ante la chance de definir un superclásico. Pero cuando caminé hacia el arco, ya sabía que la iba a cruzar, abajo, y que la metía. Ese fue un momento que soñé miles de veces, pero vivirlo fue más impactante. Algo muy fuerte, un regalo de Dios para mí y mi familia, que se esforzó muchos años para que pueda vivir esto.

—¿Esa imagen se va a repetir el domingo?

—Ojalá, sería un regalón.

0 comentarios:

Publicar un comentario