6 oct 2012

Los tobillos del negro

El talón de Aquiles, el pelo de Sansón, la mano de Dios, los tobillos del Negro. Elementos de distante conexión, pero con un patrón en común, el carácter vital de todos ellos. Los dos primeros derrotados por su debilidad intrínseca, por su dependencia vital, tanta como la que supuso para toda una nación aquel gol con la mano de Dios y tan vital como está resultando para el Celta Augusto Fernández y su juego de tobillos.


De plasticidad asombrosa, es lo que convierte al argentino en un futbolista diferente, capaz de ir más allá de un buen posicionamiento en el campo, sacrificio colectivo, buen toque y visión de juego, cualidades que sin duda también ostenta el ex de Vélez.
Pero es en sus tobillos dónde Augusto guarda su magia, su esencia especial. El material para hacer disfrutar de lo lindo a Balaídos muchas más veces. En ellos reside esa gambeta corta, el desborde sin necesidad de imprimir velocidad. Aunque también le permite manejarse rápido, como demostró ayer mismo ante el Sevilla, robando en la primera mitad un balón en medio campo y montando un contragolpe inminente gracias a su giro de tobillo, cambiando la trayectoria de la acción y de su cuerpo para tocar con el exterior a la carrera de Park al espacio.
Sin embargo, dónde más está disfrutando el equipo y el celtismo de los tobillos del Negro Fernández es en sus centros, dando igual de zurda o diestra, el servicio sigue siendo descomunal. De armoniosa precisión salida de esos amplios recorridos articulares, con su rosquita de melodioso acompasamiento, invitando al remate, acompañándole. A la altura precisa y con la velocidad necesaria. Un veneno para el defensa, un regalo para el delantero.
Ya había aprovechado uno de ellos Iago Aspas, para el primero ante Osasuna, y ayer lo hizo De Lucas, para cerrar la cuenta frente al Sevilla. Ninguno de los dos se esforzó mucho en hacerlo. No precisaron de un gran cabezazo, de un giro descomunal de cuello, de una obra de arte en el aire. Ésta ya venía hecha, entonada desde el suelo por los tobillos del Negro. 

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