Ante el Málaga, en la primera jornada de Liga, descubrimos a Augusto
Fernández. El argentino venía muy mal fisícamente, pero mostró muy
buenas maneras, demostrando que era un futbolista con capacidad para
entender este juego, con una enorme calidad y gran capacidad de trabajo.
Los descubrimos, o mejor dicho lo intuimos, porque aquel día Augusto no
estaba para excesos, ya que el físico no le permitía demasiadas
alegrías.
Con el paso de los partidos, ha ido ganando ritmo de juego, se ha ido
adaptando cada vez más al equipo y a sus compañeros, y hoy ha vuelto a
demostrar el porqué de su fichaje, el porqué de esa inversión de más de
1,5 millones de euros que realizó el Celta. El argentino realizó hoy,
posiblemente, su mejor partido con la camiseta del Celta, y eso tiene
mérito ya que su rendimiento ha ido creciendo desde su debut. En la
primera parte aparecía por cualquier zona del campo, ya sea en la banda o
llegando a rematar como si fuese un delantero más. En un minuto gozó de
tres ocasiones más o menos claras para empatar el partido, pero no
estuvo fino en la definición.
No fue lo único que hizo, ya que además de eso también repartió juego,
se asoció, combinó con sus compañeros, se fajó en tareas defensivas, y
solo le faltó la guinda del gol para completar un gran partido. Su
ausencia se notó cuando fue retirado del terreno de juego. Estaba
justificado, ya que había visto una amarilla y Velasco Carballo le
perdonó la segunda antes del descanso. Los hombres de banda izquierda
del Granada estaban haciendo daño y Paco Herrera temía quedarse con un
hombre menos y sin el concurso de Augusto para el partido del viernes.
Un pequeño lunar en un gran partido, que augura un gran futuro para él
y, por extensión, para todo el equipo. La banda derecha del Celta tiene
dueño para rato.
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