
Augusto Fernández habla de su lesión, de su infancia, de Gallardo y de Ortega
"Es algo medio raro. Con mi hermano mayor jugábamos los dos en la filial de Pergamino. Él es dos años más grande que yo. Entonces me invitaron a la categoría de él a jugar en el estadio contra la '84 de River. Lo acompañé, me vine como hacía siempre, a todos lados con mi pelota. En el entretiempo del partido de ellos me puse a patear al arco y a hacer jueguito. En ese momento me llamó una persona que se llamaba José Curti, que estaba con Oscar Pérez. Me preguntaron qué hacía y les conté que había ido a ver a mi hermano. Ahí quedó. A las dos semanas, jugando un partido en Pergamino, veo a mi papá hablando con dos personas, que después me di cuenta que eran las mismas que se me habían acercado en el Monumental. Todo lo que pasó después fue muy rápido, le plantearon la posibilidad de que me vaya a River. La idea de ellos era mirar jugadores para la categoría de mi hermano y terminé viniendo yo. ¿Mi hermano? Juega en la primera de la filial".
El fútbol está lleno de historias fortuitas como la que le tocó vivir a Augusto Fernández. Un buen cazador de talentos tiene el olfato y la precisión para clavar el ojo justo en el sitio preciso. Y aquel pibe esmirriado, de sonrisa blanca e inocente, con una pelota en los pies y algo de desparpajo, cumplió el sueño de todo purrete. Hoy, ya instalado en la primera división y transitando los tramos finales de la rehabilitación de una lesión en el tobillo izquierdo, mantuvo una charla con ESPNdeportes.com: "la verdad es que me siento muy ansioso por recuperarme, pero tengo que mantenerme lo más tranquilo posible, ser cauto, así cuando me toque jugar me encuentre al cien por ciento".
-Está claro que no hay lesiones oportunas, pero a vos te llegó justo cuando estabas pareciéndote al jugador que todos, y seguramente vos mismo, querían ver.
-Sí, me sentía bárbaro, con mucha confianza, a pleno físicamente. Eso hacía que estuviese muy bien, pero bueno, las lesiones en un jugador de fútbol llegan y son gajes del oficio. Uno nunca las elige. Y venía haciendo las cosas bien... ese nivel es el que tendré que retomar cuando vuelva.
-A vos se te ve como una persona muy optimista, estás siempre para arriba, ¿esa personalidad ayuda para superar un período de inactividad?-Seguro. Si bien a uno cuando le pasa algo cree que es lo peor, a veces hay que mirar para los costados. Tal vez la lesión podría haber sido más complicada. Me da bronca, pero tengo que tirar para adelante. Además tengo que estar bien para trasmitir buena onda al grupo. Yo creo que la vida no es vida si no es con problemas, ninguno tuvo una vida libre de inconvenientes. Hay que asumirlos.
-La gente muchas veces piensa que el jugador de fútbol está algo ajeno a las cosas que le pasan al común de la sociedad, ¿vos sos un tipo preocupado por esa problemática, por las cosas que suceden en el país? -Sí, como argentino me preocupan. Saliendo del ámbito deportivo miro todo lo que tiene que ver con nuestro país y da mucha bronca. A la vez, también hace que uno valore más lo que tiene. Por eso disfruto el estar en River, que es uno de los clubes más grandes del mundo, del cual además soy hincha. Todo lo que venga hay que tomarlo con optimismo.
SU FLOJO AÑO 2008-
¿Hiciste algún análisis de por qué tuviste un bajón tan pronunciado?-
Yo soy muy autocrítico. Creo que todo jugador siempre tiene un bajón. Tuve un 2006 y un 2007 muy bueno. Pero 2008, pese a que conseguimos un título, en lo personal no fue tan bueno. Lo importante es ser autocrítico cuando llegan los momentos malos, tomar el ejemplo de aquello que no salió bien para no repetirlo. En mi caso influyó en el rendimiento el hecho de que no pude hacer dos pretemporadas, una por lesión y otra por un problema personal. Pero ya está, vivo el presente y lo disfruto.
-¿Cuánto tuvo que ver el que permanentemente se dijera que te ibas?, porque dio la sensación de que vos siempre te estabas despidiendo.
Eso hay que reconocerlo. A mí y a toda mi gente nos desorientó un poco aquello. Porque yo ya tenía un precontrato firmado con Lazio, lo que faltaba era que me saliera la ciudadanía italiana que ya estaba al caer, pero justo se desató el lío con los pasaportes y, si bien yo estaba ajeno a todo eso, dejaron de salir los trámites y complicó la transferencia. Reconozco que en ese momento, con 22 años, siendo tan joven, las cosas se me mezclaron un poco. Hasta cierto punto me perjudicó. Igualmente no era que tenía apuro por irme de River, porque es mi casa, sino que se trataba de una linda chance. Después tuve otras posibilidades de irme al exterior, pero opté por quedarme acá.
-Así como el jugador de fútbol es un privilegiado, también es cierto que debe tomar decisiones importantes siendo muy joven...-
Sí, sí, se aceleran muchas etapas de la vida. A esa edad me cayó eso, que era muy bueno en lo deportivo y en lo económico, pero al final no se dio. Prefiero pensar que por algo fue. Repito, mi apuro no era irme de River, más aún después de salir último.
-¿Y eso que enseñanza te dejó?-
-Lo que aprendí es que las cosas no están hechas hasta que se firma el último papel, hasta ese momento no se puede dar nada por terminado. De lo otro lo que digo es que yo soy muy sincero, muy transparente, y si en ese momento me venían a buscar decía la verdad de lo que pasaba. Soy así, de eso no me arrepiento. Pero sí saqué aprendizajes.
-¿Del Augusto 2009, qué diferencias encontrás con el jugador que vos mismo dijiste que tuvo una buena temporada en 2006 y 2007?
-Son similares, me estaba encontrando bien tanto en lo físico como en lo futbolístico, eso sí, con más años de experiencia, aunque me faltan aprender cosas, porque recién tengo 23 años. Ojalá que cuando me recupere pueda volver a ese nivel por el bien de River y por el mío.
EL EQUIPO QUE TERMINÓ ÚLTIMO
-Antes decías que no te quisiste ir porque River había terminado último. ¿Por qué te parece que les sucedió algo así teniendo tantos jugadores importantes?
-Sinceramente es algo que mis compañeros y yo nos lo preguntamos muchas veces, pero no le encuentro una explicación puntual. Sí se han cometido errores, pero no hay un punto específico. Pienso que no hay que mirar hacia atrás, porque cuando uno lo hace, se tropieza. Sólo hay que tomarlo como algo que no debe volver a suceder.
-Muchos decían que a ese equipo le estaba faltando un referente. ¿La llegada de Gallardo alivió a alguno que tenía mucha responsabilidad sobre sus espaldas?
-Puede ser. En el primer semestre tuvimos a Ariel (Ortega), a Carri (Carrizo), al Loco Abreu, por ahí ese es uno de los puntos que se puede tomar como motivo del último puesto. Pero no es todo, seguramente detrás hay otras cosas. Por supuesto que necesitamos a un referente, como quedó en claro con la llegada de Marcelo. Jugadores con ganas de sumar. Uno se siente mejor con gente de trayectoria, que maneja un grupo no sólo dentro de la cancha, eso quita un poco de presión. Si bien yo estoy en River desde el año '97 y me siento acostumbrado a la presión de tener que ganar y jugar bien, es bueno tener referentes.
-¿Vos, por personalidad, te sentís en condiciones de hablarles a los chicos, de aconsejarlos? -
Yo hablo siempre con ellos, me siento en condiciones de hacerlo. Viví la mitad de mi vida en River, conozco bien lo que es el club. Con cuatro años y medio en primera trato de trasmitirles mis experiencias. También tengo la humildad suficiente como para aprender de los más grandes. Hay que encontrar un equilibrio.
-¿Y cuando te sentás con los más chicos qué te preguntan, qué los inquieta?
-Siempre se dan charlas. Por ejemplo, la otra vez, que le tocó concentrar por primera vez a Luquitas Orban, me preguntaba cómo se juega en primera, el ritmo, si se hace difícil, si escuchás a la gente, entonces le trasmito lo que viví. Pero en definitiva son experiencias que a cada uno le va a tocar atravesar.
-Antes hablábamos de Gallardo, ¿qué es lo que les brinda además de lo futbolístico?
-Yo tuve la suerte de compartir con él un plantel en 2006, es un histórico de River, no sólo como jugador sino que además se lo respeta mucho como persona. Hay que tomar cosas suyas. Es muy difícil ser Gallardo porque es un crack jugando, entonces uno debe copiar el ejemplo de cómo se maneja dentro y fuera del campo, el respeto con que te habla, el día de mañana me gustaría hacer lo mismo.
ORTEGA-
¿Dónde nació esa amistad con Ariel?
-Cuando él volvió a River estábamos todo el día juntos, lo mismo que con el Chapa Zapata. En ese momento ellos se concentraban juntos y cuando Víctor se fue a Vélez pasé concentrarme yo con él e hicimos una gran relación. Es una excelente persona. Se merece que le vaya bien. Además sabemos lo que es como jugador, fue uno de los mejores del mundo, por todo eso le deseo lo mejor.
-Pese a su trayectoria Ortega se muestra siempre como un tipo dispuesto, ¿verdad?
-Es así, se trata de una persona que se olvida de todo lo que es en el fútbol y se transforma en alguien normal, es lo más humilde que hay. El logró un montón de cosas con River, jugó tres mundiales, y uno lo ve y es como otro pibe. Eso te da el ejemplo de que si el día de mañana lográs al menos un cuarto de todo lo que consiguió él, tenés que seguir siendo igual. Yo creo que la persona, más allá de lo que sea en su trabajo, en esencia tiene que ser la misma. Ariel es el ejemplo claro.
-¿Y te duele todo lo que pasa con él? Porque su problema lo está llevando a una situación que no es la mejor, de hecho tuvo que irse a jugar a la B Nacional cuando un futbolista de su categoría debería estar en la primera división.
-Sí, pero bueno, las cosas son así. Sinceramente nunca me gustó hablar de su problema porque es un tema que merece mucho respeto. Lo que tengo que hablar lo hago con él, pero bueno, creo que la vida siempre te pone obstáculos. No sé si para él lo son, pero ojalá que le sirva por su bien y por el de todos lo que lo quieren.
-Ahora ya vuelve al club, ¿lo ves con posibilidades de amoldarse a este equipo, de darle cosas?
-Seguro, Ariel es un crack, él se amolda a cualquier equipo. Lo bueno es que ya vuelve, por el bien de todos los hinchas de River. Y la verdad es que necesitamos a un jugador como él. Lo mismo que en su momento pasó con Marcelo (Gallardo), son jugadores que suman en el grupo y el grupo se hace fuerte teniéndolos.
LA ACTUALIDAD
-Pasando a River, ¿vos qué creés que le está faltando, por qué se lo ve tan irregular?
-Tal vez hay que buscar algo más de armonía. Si bien el equilibrio justo es difícil de lograrlo, tenemos una gran calidad y cantidad de plantel como para hacerlo. Debemos acoplarnos, defender bien para poder atacar con tranquilidad. Tenemos buenos jugadores también de la mitad de cancha hacia arriba. El mejor ataque es una buena defensa. Y últimamente estoy viendo bien al equipo en el fondo muy sólido. Juntándonos así, estando bien equilibrados, estamos para ganar cualquier cosa...
-Algunos de tus compañeros destacan al grupo, dicen que en su mayoría vienen de inferiores y que eso termina siendo importante.
-Más allá de que siempre va a haber competencia, porque en todo plantel sucede eso, acá la competencia es muy sana. Eso le dificulta al técnico las cosas a la hora de armar el equipo para el domingo. Pero todos tiramos para el mismo lado, queremos salir y ganar cosas. Ojalá que se dé, por el hincha, por nosotros, por nuestras familias, que también sufre.
EL EXTERIOR
-Supongamos que se te presenta la posibilidad de elegir, ¿a qué país te gustaría ir a jugar?-
Uno se identifica con el fútbol que se parece más al del país donde de nació, como el de España. Pero también me gusta Italia, Inglaterra, son tres de las mejores ligas del mundo. Pero creo que la mejor es la argentina.
-¿Por qué?
-Por todo, creo que hasta por el condimento que se le agrega fuera de la cancha, por las hinchadas. Adentro hay mucha presión, es muy vertical, eso no pasa en todos lados.
-Quizás no sea tu caso, pero da la sensación de que muchos de tus compañeros sufren las presiones, eso de tener que ganar o ganar siempre.
-Es que yo crecí con eso. Cuando llegué, en menor magnitud, pero había que ganar, jugar bien, ganarle a Boca, hacer goles, y en la medida que uno va creciendo eso aumenta también. Pero pese a todo hay que tratar de hacerse un lugarcito para disfrutar esto de jugar en la primera de River. Porque mi familia y yo hicimos mucho sacrificio para llegar hasta este sitio. La presión es parte de ese disfrute.
-Mencionás a tu familia, ¿en cuánto te ayudaron para que llegues? -
Mi caso es especial, porque en los primeros dos años que vine al club no tenía pensión entonces mi papá me traía de Pergamino a mitad de semana, después me venían a buscar los domingos y, si no podía venir, me iba en colectivo. Pero siempre todo girando en torno a mí pese a que tenía un hermano más grande. Después se sumó otro más. Eso es algo que no me voy a olvidar e intento agradecérselo de la manera que puedo. Ese recuerdo lo llevo muy adentro. Sé que si no fuera por ellos no estaría donde me encuentro.
-¿Y dónde te dejaban?-
En la casa de algún compañero. El primer año viví casi siempre en lo de Marcelo Marzoratti. A la familia de él, por más que hoy no tenga tanto contacto, la considero como mi segunda familia, porque me ayudaron mucho. Lo mismo que a los Vega, con quienes estuve en el segundo año. Uno quizás pierde comunicación, pero no me olvidé de ellos.
-¿Por qué no te pusieron en la pensión?
-Porque era muy chico, tenía diez u once años y a la pensión entrás recién en novena. Recién empezaba en infantiles.
-Qué confianza en tus condiciones tenían tus viejos.
-A mi mamá cuando le dijeron de venir acá mucho no le gustó, pero insistí, me puse firme y me trajeron. Yo tenía a un entrenador como Eduardo Abrahamian, que habló mucho con ellos, los dejó tranquilos.
-¿A esa edad ya tenías la convicción de que querías sacrificarte para jugar en primera?
-Sí. En realidad desde antes, estando en la Liga de Pergamino siempre tenía la ilusión de jugar afuera. Y todo comenzó con la historia que ya les conté.
-Para cerrar, ¿qué fue lo mejor y lo peor que te pasó en el fútbol?
-Lo mejor es estar en la primera de River. Lo no tan bueno es que para llegar uno tiene que dejar muchísimas cosas, y eso no se vuelve atrás. Pero no me arrepiento. Si se podría juntar y tener lo que dejé y jugar al fútbol, alcanzaría el ideal. Igual tengo claro que para conseguir algo bueno siempre hay que dejar en el camino cosas buenas.
El fútbol está lleno de historias fortuitas como la que le tocó vivir a Augusto Fernández. Un buen cazador de talentos tiene el olfato y la precisión para clavar el ojo justo en el sitio preciso. Y aquel pibe esmirriado, de sonrisa blanca e inocente, con una pelota en los pies y algo de desparpajo, cumplió el sueño de todo purrete. Hoy, ya instalado en la primera división y transitando los tramos finales de la rehabilitación de una lesión en el tobillo izquierdo, mantuvo una charla con ESPNdeportes.com: "la verdad es que me siento muy ansioso por recuperarme, pero tengo que mantenerme lo más tranquilo posible, ser cauto, así cuando me toque jugar me encuentre al cien por ciento".
-Está claro que no hay lesiones oportunas, pero a vos te llegó justo cuando estabas pareciéndote al jugador que todos, y seguramente vos mismo, querían ver.
-Sí, me sentía bárbaro, con mucha confianza, a pleno físicamente. Eso hacía que estuviese muy bien, pero bueno, las lesiones en un jugador de fútbol llegan y son gajes del oficio. Uno nunca las elige. Y venía haciendo las cosas bien... ese nivel es el que tendré que retomar cuando vuelva.
-A vos se te ve como una persona muy optimista, estás siempre para arriba, ¿esa personalidad ayuda para superar un período de inactividad?-Seguro. Si bien a uno cuando le pasa algo cree que es lo peor, a veces hay que mirar para los costados. Tal vez la lesión podría haber sido más complicada. Me da bronca, pero tengo que tirar para adelante. Además tengo que estar bien para trasmitir buena onda al grupo. Yo creo que la vida no es vida si no es con problemas, ninguno tuvo una vida libre de inconvenientes. Hay que asumirlos.
-La gente muchas veces piensa que el jugador de fútbol está algo ajeno a las cosas que le pasan al común de la sociedad, ¿vos sos un tipo preocupado por esa problemática, por las cosas que suceden en el país? -Sí, como argentino me preocupan. Saliendo del ámbito deportivo miro todo lo que tiene que ver con nuestro país y da mucha bronca. A la vez, también hace que uno valore más lo que tiene. Por eso disfruto el estar en River, que es uno de los clubes más grandes del mundo, del cual además soy hincha. Todo lo que venga hay que tomarlo con optimismo.
SU FLOJO AÑO 2008-
¿Hiciste algún análisis de por qué tuviste un bajón tan pronunciado?-
Yo soy muy autocrítico. Creo que todo jugador siempre tiene un bajón. Tuve un 2006 y un 2007 muy bueno. Pero 2008, pese a que conseguimos un título, en lo personal no fue tan bueno. Lo importante es ser autocrítico cuando llegan los momentos malos, tomar el ejemplo de aquello que no salió bien para no repetirlo. En mi caso influyó en el rendimiento el hecho de que no pude hacer dos pretemporadas, una por lesión y otra por un problema personal. Pero ya está, vivo el presente y lo disfruto.
-¿Cuánto tuvo que ver el que permanentemente se dijera que te ibas?, porque dio la sensación de que vos siempre te estabas despidiendo.
Eso hay que reconocerlo. A mí y a toda mi gente nos desorientó un poco aquello. Porque yo ya tenía un precontrato firmado con Lazio, lo que faltaba era que me saliera la ciudadanía italiana que ya estaba al caer, pero justo se desató el lío con los pasaportes y, si bien yo estaba ajeno a todo eso, dejaron de salir los trámites y complicó la transferencia. Reconozco que en ese momento, con 22 años, siendo tan joven, las cosas se me mezclaron un poco. Hasta cierto punto me perjudicó. Igualmente no era que tenía apuro por irme de River, porque es mi casa, sino que se trataba de una linda chance. Después tuve otras posibilidades de irme al exterior, pero opté por quedarme acá.
-Así como el jugador de fútbol es un privilegiado, también es cierto que debe tomar decisiones importantes siendo muy joven...-
Sí, sí, se aceleran muchas etapas de la vida. A esa edad me cayó eso, que era muy bueno en lo deportivo y en lo económico, pero al final no se dio. Prefiero pensar que por algo fue. Repito, mi apuro no era irme de River, más aún después de salir último.
-¿Y eso que enseñanza te dejó?-
-Lo que aprendí es que las cosas no están hechas hasta que se firma el último papel, hasta ese momento no se puede dar nada por terminado. De lo otro lo que digo es que yo soy muy sincero, muy transparente, y si en ese momento me venían a buscar decía la verdad de lo que pasaba. Soy así, de eso no me arrepiento. Pero sí saqué aprendizajes.
-¿Del Augusto 2009, qué diferencias encontrás con el jugador que vos mismo dijiste que tuvo una buena temporada en 2006 y 2007?
-Son similares, me estaba encontrando bien tanto en lo físico como en lo futbolístico, eso sí, con más años de experiencia, aunque me faltan aprender cosas, porque recién tengo 23 años. Ojalá que cuando me recupere pueda volver a ese nivel por el bien de River y por el mío.
EL EQUIPO QUE TERMINÓ ÚLTIMO
-Antes decías que no te quisiste ir porque River había terminado último. ¿Por qué te parece que les sucedió algo así teniendo tantos jugadores importantes?
-Sinceramente es algo que mis compañeros y yo nos lo preguntamos muchas veces, pero no le encuentro una explicación puntual. Sí se han cometido errores, pero no hay un punto específico. Pienso que no hay que mirar hacia atrás, porque cuando uno lo hace, se tropieza. Sólo hay que tomarlo como algo que no debe volver a suceder.
-Muchos decían que a ese equipo le estaba faltando un referente. ¿La llegada de Gallardo alivió a alguno que tenía mucha responsabilidad sobre sus espaldas?
-Puede ser. En el primer semestre tuvimos a Ariel (Ortega), a Carri (Carrizo), al Loco Abreu, por ahí ese es uno de los puntos que se puede tomar como motivo del último puesto. Pero no es todo, seguramente detrás hay otras cosas. Por supuesto que necesitamos a un referente, como quedó en claro con la llegada de Marcelo. Jugadores con ganas de sumar. Uno se siente mejor con gente de trayectoria, que maneja un grupo no sólo dentro de la cancha, eso quita un poco de presión. Si bien yo estoy en River desde el año '97 y me siento acostumbrado a la presión de tener que ganar y jugar bien, es bueno tener referentes.
-¿Vos, por personalidad, te sentís en condiciones de hablarles a los chicos, de aconsejarlos? -
Yo hablo siempre con ellos, me siento en condiciones de hacerlo. Viví la mitad de mi vida en River, conozco bien lo que es el club. Con cuatro años y medio en primera trato de trasmitirles mis experiencias. También tengo la humildad suficiente como para aprender de los más grandes. Hay que encontrar un equilibrio.
-¿Y cuando te sentás con los más chicos qué te preguntan, qué los inquieta?
-Siempre se dan charlas. Por ejemplo, la otra vez, que le tocó concentrar por primera vez a Luquitas Orban, me preguntaba cómo se juega en primera, el ritmo, si se hace difícil, si escuchás a la gente, entonces le trasmito lo que viví. Pero en definitiva son experiencias que a cada uno le va a tocar atravesar.
-Antes hablábamos de Gallardo, ¿qué es lo que les brinda además de lo futbolístico?
-Yo tuve la suerte de compartir con él un plantel en 2006, es un histórico de River, no sólo como jugador sino que además se lo respeta mucho como persona. Hay que tomar cosas suyas. Es muy difícil ser Gallardo porque es un crack jugando, entonces uno debe copiar el ejemplo de cómo se maneja dentro y fuera del campo, el respeto con que te habla, el día de mañana me gustaría hacer lo mismo.
ORTEGA-
¿Dónde nació esa amistad con Ariel?
-Cuando él volvió a River estábamos todo el día juntos, lo mismo que con el Chapa Zapata. En ese momento ellos se concentraban juntos y cuando Víctor se fue a Vélez pasé concentrarme yo con él e hicimos una gran relación. Es una excelente persona. Se merece que le vaya bien. Además sabemos lo que es como jugador, fue uno de los mejores del mundo, por todo eso le deseo lo mejor.
-Pese a su trayectoria Ortega se muestra siempre como un tipo dispuesto, ¿verdad?
-Es así, se trata de una persona que se olvida de todo lo que es en el fútbol y se transforma en alguien normal, es lo más humilde que hay. El logró un montón de cosas con River, jugó tres mundiales, y uno lo ve y es como otro pibe. Eso te da el ejemplo de que si el día de mañana lográs al menos un cuarto de todo lo que consiguió él, tenés que seguir siendo igual. Yo creo que la persona, más allá de lo que sea en su trabajo, en esencia tiene que ser la misma. Ariel es el ejemplo claro.
-¿Y te duele todo lo que pasa con él? Porque su problema lo está llevando a una situación que no es la mejor, de hecho tuvo que irse a jugar a la B Nacional cuando un futbolista de su categoría debería estar en la primera división.
-Sí, pero bueno, las cosas son así. Sinceramente nunca me gustó hablar de su problema porque es un tema que merece mucho respeto. Lo que tengo que hablar lo hago con él, pero bueno, creo que la vida siempre te pone obstáculos. No sé si para él lo son, pero ojalá que le sirva por su bien y por el de todos lo que lo quieren.
-Ahora ya vuelve al club, ¿lo ves con posibilidades de amoldarse a este equipo, de darle cosas?
-Seguro, Ariel es un crack, él se amolda a cualquier equipo. Lo bueno es que ya vuelve, por el bien de todos los hinchas de River. Y la verdad es que necesitamos a un jugador como él. Lo mismo que en su momento pasó con Marcelo (Gallardo), son jugadores que suman en el grupo y el grupo se hace fuerte teniéndolos.
LA ACTUALIDAD
-Pasando a River, ¿vos qué creés que le está faltando, por qué se lo ve tan irregular?
-Tal vez hay que buscar algo más de armonía. Si bien el equilibrio justo es difícil de lograrlo, tenemos una gran calidad y cantidad de plantel como para hacerlo. Debemos acoplarnos, defender bien para poder atacar con tranquilidad. Tenemos buenos jugadores también de la mitad de cancha hacia arriba. El mejor ataque es una buena defensa. Y últimamente estoy viendo bien al equipo en el fondo muy sólido. Juntándonos así, estando bien equilibrados, estamos para ganar cualquier cosa...
-Algunos de tus compañeros destacan al grupo, dicen que en su mayoría vienen de inferiores y que eso termina siendo importante.
-Más allá de que siempre va a haber competencia, porque en todo plantel sucede eso, acá la competencia es muy sana. Eso le dificulta al técnico las cosas a la hora de armar el equipo para el domingo. Pero todos tiramos para el mismo lado, queremos salir y ganar cosas. Ojalá que se dé, por el hincha, por nosotros, por nuestras familias, que también sufre.
EL EXTERIOR
-Supongamos que se te presenta la posibilidad de elegir, ¿a qué país te gustaría ir a jugar?-
Uno se identifica con el fútbol que se parece más al del país donde de nació, como el de España. Pero también me gusta Italia, Inglaterra, son tres de las mejores ligas del mundo. Pero creo que la mejor es la argentina.
-¿Por qué?
-Por todo, creo que hasta por el condimento que se le agrega fuera de la cancha, por las hinchadas. Adentro hay mucha presión, es muy vertical, eso no pasa en todos lados.
-Quizás no sea tu caso, pero da la sensación de que muchos de tus compañeros sufren las presiones, eso de tener que ganar o ganar siempre.
-Es que yo crecí con eso. Cuando llegué, en menor magnitud, pero había que ganar, jugar bien, ganarle a Boca, hacer goles, y en la medida que uno va creciendo eso aumenta también. Pero pese a todo hay que tratar de hacerse un lugarcito para disfrutar esto de jugar en la primera de River. Porque mi familia y yo hicimos mucho sacrificio para llegar hasta este sitio. La presión es parte de ese disfrute.
-Mencionás a tu familia, ¿en cuánto te ayudaron para que llegues? -
Mi caso es especial, porque en los primeros dos años que vine al club no tenía pensión entonces mi papá me traía de Pergamino a mitad de semana, después me venían a buscar los domingos y, si no podía venir, me iba en colectivo. Pero siempre todo girando en torno a mí pese a que tenía un hermano más grande. Después se sumó otro más. Eso es algo que no me voy a olvidar e intento agradecérselo de la manera que puedo. Ese recuerdo lo llevo muy adentro. Sé que si no fuera por ellos no estaría donde me encuentro.
-¿Y dónde te dejaban?-
En la casa de algún compañero. El primer año viví casi siempre en lo de Marcelo Marzoratti. A la familia de él, por más que hoy no tenga tanto contacto, la considero como mi segunda familia, porque me ayudaron mucho. Lo mismo que a los Vega, con quienes estuve en el segundo año. Uno quizás pierde comunicación, pero no me olvidé de ellos.
-¿Por qué no te pusieron en la pensión?
-Porque era muy chico, tenía diez u once años y a la pensión entrás recién en novena. Recién empezaba en infantiles.
-Qué confianza en tus condiciones tenían tus viejos.
-A mi mamá cuando le dijeron de venir acá mucho no le gustó, pero insistí, me puse firme y me trajeron. Yo tenía a un entrenador como Eduardo Abrahamian, que habló mucho con ellos, los dejó tranquilos.
-¿A esa edad ya tenías la convicción de que querías sacrificarte para jugar en primera?
-Sí. En realidad desde antes, estando en la Liga de Pergamino siempre tenía la ilusión de jugar afuera. Y todo comenzó con la historia que ya les conté.
-Para cerrar, ¿qué fue lo mejor y lo peor que te pasó en el fútbol?
-Lo mejor es estar en la primera de River. Lo no tan bueno es que para llegar uno tiene que dejar muchísimas cosas, y eso no se vuelve atrás. Pero no me arrepiento. Si se podría juntar y tener lo que dejé y jugar al fútbol, alcanzaría el ideal. Igual tengo claro que para conseguir algo bueno siempre hay que dejar en el camino cosas buenas.
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